Smailin se desperezó, se levantó de un salto y se estiró. Se calzó sus zapatillas de casa y atravesó el pasillo hasta que llegó a la cocina. Y comenzó la rutina de todas las mañanas.
Sacó el tarro de café y el azúcar. Puso una taza para ella y otra para su madre. Sacó un cazo y vertió leche en él, luego lo puso al fuego. Mientras la leche se calentaba, terminó de colocar la mesa. Colocó dos cucharillas dentro de la taza de su madre: una cucharilla para revolver el café y la otra para untar la mermelada de frutas del bosque en la tostada. Al lado de la taza, puso una servilleta doblada y encima de ésta, puso 3 pastillas: una para el calcio y dos para la depresión.
Esperó como todas las mañanas a que ella entrase en la cocina y desayunara.
Pero al día siguiente él había vuelto a casa. Ya no habría rutinas entre su madre y ella. Él desharía todo lo que ella había lograda con su madre durante medio año y ella lloraba de impotencia por dentro, sabiendo de antemano que volvería a caer en un abismo.
Y Smailin ya nunca volvería a poner el café y el azúcar sobre la mesa para su madre.
Sacó el tarro de café y el azúcar. Puso una taza para ella y otra para su madre. Sacó un cazo y vertió leche en él, luego lo puso al fuego. Mientras la leche se calentaba, terminó de colocar la mesa. Colocó dos cucharillas dentro de la taza de su madre: una cucharilla para revolver el café y la otra para untar la mermelada de frutas del bosque en la tostada. Al lado de la taza, puso una servilleta doblada y encima de ésta, puso 3 pastillas: una para el calcio y dos para la depresión.
Esperó como todas las mañanas a que ella entrase en la cocina y desayunara.
Pero al día siguiente él había vuelto a casa. Ya no habría rutinas entre su madre y ella. Él desharía todo lo que ella había lograda con su madre durante medio año y ella lloraba de impotencia por dentro, sabiendo de antemano que volvería a caer en un abismo.
Y Smailin ya nunca volvería a poner el café y el azúcar sobre la mesa para su madre.
yo pondré el café y el azúcar para Smailin, mi queridísima damisela. Recuerda que no en vano eres combatiente.
ResponderEliminargracias por recordarme que a veces se sigue siendo combatiente aunque no se quiere Rouge. Me vale con tomarme un café a medias contigo ;-)
ResponderEliminarComo dijo aquel...
ResponderEliminarA veces sentimos que lo que hacemos tan solo es una gota en el mar, pero es que el mar sería menos si le faltara una gota...
;)
Estoy contigo Luna,pero a veces se hace insufrible ayudar a alguien para que todo te rebote en la cara...
ResponderEliminarA veces esa gota que se aporta se hace muy dificil.
Gracias por pasarte!