Smailing recordaba muchas cosas. Creía que su infancia había sido felíz, pero nada más lejos. Cuando era niña, su mala memoria le hizo creer que su padre estaba con ella y eran felices. Pero cuando Smailing era adulta descubrió que en realidad su padre le tenía un odio ciego.
Cuando su madre se quedó embarazada de ella, su padre estaba ilusionado con que esperasen un hijo. Tres años antes, había nacido su hermana mayor, Ilenia. Pero llegó el parto, y el esperado niño, nació como una preciosa niña: Smailing. Pero el padre de la criatura no estaba nada contento y lo demostró a medida de que la niña crecía.
Ahora que hacía memoria, Smailing recordaba millones de veces en las que su padre la había tratado mal.
Recordaba cuando Ilenia , Oxana(su hermana pequeña) y ella, ponían la mesa a toda prisa mientras su madre hacía la comida. Cuando él entraba por la puerta de la casa, ya estaba todo preparado para que comiera y marchase de vuelta al trabajo. Pero para él nunca nada era suficiente. La mesa perfectamente colocada para él, era destruída con los cubiertos y cuchillos desparramándose por toda la mesa. Smailing no lo podía soportar. El tiempo que habían dedicado a ponerlo todo perfectamente, se había visto arrebatado por un manotazo del padre en la mesa. Lloraba por dentro y quería pegarle en ese momento. Pero solo tenía que esperar a que se comiera el yogur para que volviese a desaparecer por la puerta y no verle hasta la noche.
Y en efecto, se comía el yogur, se levantaba de la mesa y con un aire chulesco, terriblemente machista y mirada indiferente, tiraba la cuchara con violencia encima de la mesa y se largaba.
Entonces todo quedaba en paz. Su madre respiraba aliviada y a veces pedía disculpas por los gritos que había pegado a las hijas.
Y Smailing miraba a su madre: estaba roja de los nervios y por días le entraban arcadas y se le quitaban las ganas de comer.
Creo que no. Que Smailing había dulcificado su infancia, pero no fue una época tan buena como la que recordaba.
Cuando su madre se quedó embarazada de ella, su padre estaba ilusionado con que esperasen un hijo. Tres años antes, había nacido su hermana mayor, Ilenia. Pero llegó el parto, y el esperado niño, nació como una preciosa niña: Smailing. Pero el padre de la criatura no estaba nada contento y lo demostró a medida de que la niña crecía.
Ahora que hacía memoria, Smailing recordaba millones de veces en las que su padre la había tratado mal.
Recordaba cuando Ilenia , Oxana(su hermana pequeña) y ella, ponían la mesa a toda prisa mientras su madre hacía la comida. Cuando él entraba por la puerta de la casa, ya estaba todo preparado para que comiera y marchase de vuelta al trabajo. Pero para él nunca nada era suficiente. La mesa perfectamente colocada para él, era destruída con los cubiertos y cuchillos desparramándose por toda la mesa. Smailing no lo podía soportar. El tiempo que habían dedicado a ponerlo todo perfectamente, se había visto arrebatado por un manotazo del padre en la mesa. Lloraba por dentro y quería pegarle en ese momento. Pero solo tenía que esperar a que se comiera el yogur para que volviese a desaparecer por la puerta y no verle hasta la noche.
Y en efecto, se comía el yogur, se levantaba de la mesa y con un aire chulesco, terriblemente machista y mirada indiferente, tiraba la cuchara con violencia encima de la mesa y se largaba.
Entonces todo quedaba en paz. Su madre respiraba aliviada y a veces pedía disculpas por los gritos que había pegado a las hijas.
Y Smailing miraba a su madre: estaba roja de los nervios y por días le entraban arcadas y se le quitaban las ganas de comer.
Creo que no. Que Smailing había dulcificado su infancia, pero no fue una época tan buena como la que recordaba.
Smailing se merece el mundo :)
ResponderEliminar