Érase una vez una mujer de hielo, a la que pocas veceslas cosas la derretían. Vivía en un palacio de cristal en el que se reflejaban todas las maldades del mundo. Y cada imagen violenta y palabra ofensiva que rebotaba en los cristales; quedaba impresa en la retina y en los tímpanos de aquella princesa heladora. Todo cuanto veía era malo y quedaba grabado para siempre en su memoria.
Y poco a poco iba enloqueciendo.
Se levantaba de su trono de un salto y alzaba el puño al cielo.
Se ponía más parches en su coraza y la fortalecía con más capas rígidas. Y entonces, ella no podía moverse ni para dar un beso o un abrazo.
Ella no quería ser de hielo, pero las capas protectoras que se iba poniendo para evitar el dolor, la hizo ser fría y rígida. Calculando toda su vida y reduciendo a la mínima expresión a los sentimientos.
La gente se alejaba de ella, cada vez que lanzaba palabras como cuchillos. Se sentían heridos por la brusquedad de la dama de hielo.
Y ella se fue quedando sola. Y cada noche gritaba enloquecida. Con los ojos empapados de desamor , rabia y venganza.
Totalmente incomprendida, se lanzaba contra los cristales de su palacio, buscando la muerte con cada golpe.
Y con cada arañazo que quedaba en los cristales, gritaba en silencio, pidiendo con los últimos retazos de su esperanza una oportunidad para abandonar su locura.
ResponderEliminarMe has matado :)
hola, me gustò tu entrada...vaya princesa...
ResponderEliminarun beso...chau!
si, es una princesa muy especial...
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